domingo, 8 de julio de 2007

Disco virtual OMEMO


Hace unos años que los programas P2P están estancados, debido en su mayor parte a la persecución judicial en EEUU y los sistemas anti-copia de los nuevos sistemas operativos (incluido Windows Vista). Sin embargo, una empresa española ha creado OMEMO, un programa de intercambio de archivos que puede revolucionar.

Es considerado una especia de disco virtual enorme en el que los usuarios ceden una parte de su disco duro a la red. En eso se diferencian de los programas actuales de P2P como Emule, BitTorrent, Soulseek, Ares y compañía, ya que en ellos se comparte espacio no contenidos. En el disco virtual el usuario podrá colocar el archivo que quiera, y acceder a ellos como si de uno físico se tratara.

La empresa MP2P Technologies han sido sus creadores, con Pablo Soto a la cabeza. Ellos lo denominan P2P 2.0. En los otros programas P2P, cuando el que ofrece el archivo se desconecta, el que se lo está bajando se queda sin esa fuente y le toca esperar. Esto no ocurrirá en este programa P2P ya que se subirá a la red.

Aquí, una vez puesto un documento en el disco virtual nadie puede borrarlo o modificarlo, ni siquiera su creador. En un ejemplo de distribución extrema, el archivo en cuestión es troceado en paquetes de 64 KB, a cada trozo se le imprime una huella digital única, después se encriptan los trozos y antes de lanzarlo a la red se les asigna un identificador que permite al sistema su posterior rastreo y recomposición en el archivo original.

Estas medidas de seguridad "con un punto de paranoia", como reconoció Soto durante la presentación el pasado viernes, hacen de Omemo el programa de intercambio más anónimo y refractario a la censura que haya existido. No hay forma humana, al menos sus creadores la desconocen, de saber quién ha subido un determinado archivo y quién se lo baja.

En realidad, el usuario nunca tiene el archivo en su ordenador. Es más, no conoce lo que contiene su parte de este disco universal. Él sólo tiene un nombre, le basta con pinchar para oírlo, verlo o reproducirlo. Esta arquitectura complica también los intentos de bloquearlo por parte de gobiernos que acostumbran a censurar lo que circula por internet.

Durante la presentación, uno de los asistentes preguntó entonces que pasa con los contenidos indeseables que algunos pongan en circulación en Omemo. Soto, tras recordar que lo suyo es crear tecnología y no la moral, mencionó otra de las características de su desarrollo. Siguiendo la corriente Web 2.0, los diferentes archivos pueden ser valorados por los usuarios.

Además de etiquetar cada archivo, cuando alguien no quiere determinado material lo borra. El documento desaparece de su lista pero no de la red. Este borrado funciona como un voto negativo. La combinación de votos negativos y positivos hará que unos archivos suban y otros vayan quedando arrinconados.

El caos aparente irá dando paso al orden. Para hallar material, Omemo incluye un buscador. Además, su estructuración en carpetas al estilo de Windows, facilita el trabajo. Todo es rastreable, salvo lo que cada usuario quiera reservar para sí y los que él desee, ya que el programa permite crear carpetas de acceso restringido. El código de Omemo, que aún está en fase de pruebas, es de libre acceso, lo que permitirá mejoras sobre la marcha y, con la participación de voluntarios, versiones para los entornos Mac y Linux.

"¿No tendréis problemas legales con la SGAE?", pregunta un asistente. Soto, que después de crear varios de los programas P2P más populares a comienzos de siglo, como Blubster, Piolet o ManolitoP2P, se fue a Estados Unidos para impulsar el lobby P2P United, aseguró que "¿quién no los tiene?". Y añadió de inmediato que, "junto al trabajo técnico, han hecho un intenso trabajo legal". La filosofía que hay tras Omemo, ideado hace 2 años, pero desarrollado en los últimos 8 meses, es, según su creador, "aunar la libertad de expresión con el almacenamiento social".

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